Hoy un amigo se va…
Martín, tú fuiste esa persona que me dio la mano y me invitó a descubrir todo lo que aún me quedaba por conocer de esta hermosa tierra, que me abriera sus puertas un tiempo atrás.
Un buen día, el club “Trevinca” nos presentó. Yo no conocía a nadie ni nada, pero tú me invitaste a colaborar desde el principio. A partir de ahí fue surgiendo una gran amistad, haciendo rutas y charlando al andar. Poco a poco, me abriste las puertas de tu corazón y de tu familia. Me enseñaste que tenía que aprender a dar, pero también a escuchar. Siempre lo acompañabas de unas palabras de ánimo hacía mí y mi familia, por lo que te estaré siempre agradecido.
Recuerdo, que en más de una ocasión, te propuse alguna locura y tú -con una mirada cómplice y una sonrisa- me hacías recular. Cuando por fuerza mayor tuviste que tomar distancia, seguías estando ahí para guiarme en la mejor dirección.
Hoy estoy triste, como todos los que te conocíamos.
Pero el tiempo pasará, y seguro que nuestros destinos se volverán a cruzar. ¡Y ahí te encontraré otra vez! En la vera de ese camino eterno, tendiéndome la mano como tiempo atrás.
Sinceramente… Gracias por estar ahí cuando te necesitábamos.
Hasta siempre querido amigo.
Pablo A. Aller Estévez